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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

Trabajar menos, vivir mejor

Magdalena Entrenas

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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

Llevo treinta y ocho años trabajando en una profesión que cada día me hace sentir que los sinsabores merecen la pena. Esa soledad del abogado que solo otro abogado puede entender es parte de sentirme viva. Y saber que tengo mucho por descubrir. Porque si crees que ya lo has hecho todo, llega la muerte. Si no la física, la mental.

En mi día a día nunca sabes quién entrará por la puerta, ni a qué te vas a enfrentar… Y cuando crees saberlo, descubres que estabas equivocada. Como la película Las dos caras de la verdad, esa que me ha marcado, pues la realidad supera demasiadas veces cualquier ficción. A veces se me pone cara de Richard Gere y entonces voy a casa, pongo el CD de Dulce Pontes que suena de fondo en esa película y respiro hondo. Prueben a sentirlo.

María empezó a trabajar al mismo tiempo que yo. Cuando empecé a ejercer la abogacía, rodeada solo de hombres, solo había otra mujer en aquel universo masculino. María llegaba al despacho cada mañana y nos limpiaba los ceniceros llenos de colillas, las papeleras repletas de folios emborronados y los papeles de calco negro que usábamos para duplicar las demandas que salían del golpeteo de aquellas máquinas de escribir.